EN RESUMEN
NOVELA
“ESTUDIO EN ESCARLATA”
Sherlock
Holmes era un hombre de ideas raras, le entusiasmaban determinadas ramas de la
ciencia, químico de primera clase aunque nunca asistió de manera sistemática a
clases de medicina. Su personalidad era voluble y excéntrico en sus estudios,
pero adquirió conocimientos que asombrarían a sus profesores, era un hombre que
no compartía sus confidencias aunque cuando se lo proponía era muy
comunicativo, tenía un poco de científico y casi era insensible, pero su pasión
era lo concreto y exacto en materia de conocimientos.
Por
las cualidades que poseía Sherlock Holmes a menudo era contactado para resolver
casos complejos, y dentro de tantos, recibió uno en particular mediante una
carta donde se le describía un asesinato misterioso ocurrido en los Jardines de
Lauriston a un lado de la carretera de Brixton, solicitándole su colaboración
para resolver tal asunto.
Al
entrar a la escena del crimen lo primero que hizo Sherlock Holmes fue
inspeccionar la carretera y descubrió las huellas bien definidas de un carruaje
que había permanecido allí toda la noche, tal como lo dedujo en sus primeras
investigaciones. Lo estrecho de las marcas de las ruedas del carruaje lo
convencieron de que no era un carruaje particular, sino uno de alquiler, porque
el auto Hansom de cuatro ruedas llamado Growler es mucho más angosto que el
auto particular Brougham.
Avanzó
de manera cuidadosa por el espacio del jardín y se dio cuenta que circunstancialmente la superficie del suelo
era idónea para que las huellas de cualquier pisada se grabaran. Para cualquier
persona esas huellas serían simplemente un tramo de barro pisoteado, pero
para Holmes todas las huellas que
observó tenían sentido, ya que en la ciencia de la investigación, tal como lo
expone, las huellas de pisadas de pies son un elemento importante para
reconstruir hechos. Descubrió también, aparte de las pisadas de los guardias,
que había pistas de que dos hombres habían pisado primero el jardín, era fácil
para sus deducciones porque las primeras huellas estaban un poco borrosas por
las pisadas encimadas de los otros dos individuos.
Así
se dio cuenta que los visitantes nocturnos habían sido dos, uno de ellos era
muy alto, eso lo calculó por su enorme zancada, y el otro lo percibió elegante
por las pequeñas huellas de sus botas de charol.
Esta
pista la confirmó cuando entró a la casa y vio a la víctima bien calzado y con
atuendos finos, corroborando que sí se trataba de un asesinato, pero lo más
extraño es que el cuerpo no tenía ninguna herida, pero sí tenía una expresión
agitada, de odio y temor en su cara, lo cual le dio la certeza de que el
fallecido estaba consciente de lo que le iba a ocurrir, porque según Holmes las
personas que mueren por causa natural o repentina no tienen señales de ningún
tipo de emoción en su rostro.
Cuando
continuó con la inspección física del cadáver y palpó los labios del occiso,
pudo percibir un aroma agrio que salió de la boca y concluyó que lo habían
obligado a ingerir pastillas (veneno).
Había
llegado el momento de establecer las causas de este crimen, así que las
primeras interrogantes indicaban que no se trataba de un robo, porque no le
habían quitado nada. Desde el primer instante Holmes pensó que se trataba de un
crimen político en el cual estaba involucrada una mujer, su teoría indicaba que
los asesinos políticos se dan a la fuga en cuanto consuman el acto y en este
caso ocurría todo lo contrario, pues se había perpetrado de manera pausada y
mecanizada, además el responsable había dejado huellas por toda la habitación.
Sin
embargo, por lo metódico del hecho reculó y se inclinó más por la teoría de que
el crimen no era político; pero esa situación quedó en tela de juicio cuando
apareció el anillo, lo cual le llevó a pensar que el asesino lo había utilizado
para obligar a la víctima a dar información sobre una mujer muerta o
desaparecida.
Justo
en esta parte fue cuando Holmes cuestionó a Gregson, diciéndole si en su telegrama enviado a Cleveland había
investigado algo acerca de la vida pasada del señor Drebber a lo cual Gregson respondió
que no.
Al
inspeccionar la habitación con mucho más detalle confirmó la estatura del
asesino y encontró los detalles concernientes al cigarro de Trichinopoly y el largo de la uñas. Con esto llegó a la conclusión de que al no existir rastros
de forcejeo o lucha, la sangre que encontró en el suelo salió de la nariz del
asesino, a causa de su emoción.
También
comprobó que la huella de la sangre coincidía con la huella de sus pisadas,
pues le pareció raro que una persona sin carácter fuerte tuviera una hemorragia
nasal a causa de una emoción, por ello pensó que tal vez el criminal era un
hombre robusto y de cara rubia tirándole a rojizo.
Cuando
Holmes salió de la casa después de haberla inspeccionado a detalle hizo lo que
Gregson había omitido, así que contactó a la policía de Cleveland para indagar
acerca del matrimonio de Enoch Drebber, obteniendo una respuesta concreta, en
la cual se le informaba que ya existían antecedentes de que Drebber había
solicitado protección por las amenazas de un rival en amores y se trataba de
Jefferson Hope quien se encontraba en Europa.
En
ese momento, y atando cabos en su memoria, descubre que el hombre que había
entrado a la casa con Drebber fue el cochero del carruaje; ya que las huellas
que descubrió en la carretera le demostraron que el caballo se había movido de
un lado a otro, cosa que no hubiera ocurrido si alguien lo hubiese estado
cuidando y además dedujo que si se quiere vigilar a otra persona no hay mejor
táctica que ser conductor de un coche público.
En
suma, todas estas situaciones sirvieron
a Holmes para dar con el paradero de Jefferson Hope entre los choferes de la
metrópoli, pues pensó que la lógica indicaba que para no despertar sospechas
este seguiría como chofer por algún tiempo y tampoco se cambiaría el nombre
pues en ese país nadie lo conocía.
Para
atrapar a Jefferson Hope, Sherlock Holmes organizó a un cuerpo de detectives
vagabundos y de manera estratégica los presentó a los propietarios de coches de
alquiler de Londres, para que rastrearan y dieran con el hombre que el buscaba.
Para
esclarecer el asesinato de Stangerson, Holmes desde un principio había intuido
la existencia de las píldoras con las que envenenaron a la víctima, para ello
realizó pruebas de laboratorio para confirmar su teoría.
A
diferencia de Sherlock Holmes los detectives de Scotland Yard empleaban estrategias de investigación rutinarias
y sin imaginación, pues no tenían bases concretas de información y se
adelantaban a emitir juicios sin tener las pruebas y elementos necesarios para
sustentar su dicho, sus procedimientos eran muy rústicos, incluso ambos
detectives competían mutuamente, con el firme objetivo de crearse fama dejando
de lado la seriedad del caso.
No
tenían la capacidad y los sentidos de intuición, deducción e indagación finos,
tan solo se limitaban a observar y por cierto a observar mal, de ahí sus
conjeturas superficiales a tal grado que por su falta de conocimientos en ese
tipo de casos pensaron que Rache era el nombre de la mujer en discordia, cuando
en realidad como se los explicó Holmes, Rache en alemán significaba algo así como castigo. Scotland
Yard no se dio a la tarea de encontrar pruebas de primera mano, como
entrevistar a los involucrados externos y tampoco indagó en datos importantes
sobre sus vidas.
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